lunes, 21 de enero de 2013

Antecedentes


ANTECEDENTES


Son muchos los estudiantes matriculados en las escuelas del país que por una u otra razón tienen que abandonar sus estudios. Esto para sobre llevar cargas que se esperan sean satisfechas por el gobierno y que se consideran necesidades básicas. Estas necesidades en ocasiones afectan más allá de la situación familiar obligándolos a desertar de la escuela y trabajar para sustentar a los suyos (De Jesús, 2005). En especial, en la situación actual del país que se encuentra con una tasa de 16.5% de desempleo y se considera que seguirá creciendo en los próximos trimestres económicos.
En la mayoría de los países latinoamericanos se registraron avances en el pasado decenio en cuanto al acceso a la educación primaria, y, en menor medida, respecto de la cobertura de la secundaria. En efecto, las tasas de asistencia a la educación primaria en los años noventa se elevaron hasta niveles superiores al 90% en gran parte de los países, y en la secundaria llegaron a bordear el 70%.
Pese a ello, subsisten importantes deficiencias y retrasos en materia educacional, pues una proporción muy elevada de niños y niñas sigue abandonando tempranamente el sistema escolar y un alto porcentaje de los adolescentes que transitan del ciclo básico al medio desertan de este antes de completarlo, sin haber alcanzado el capital educacional mínimo y las destrezas requeridos para mantenerse fuera de la pobreza durante la vida activa, incumpliéndose así los derechos a la educación consagrados en las declaraciones internacionales pertinentes.
Los sistemas educacionales de buena parte de los países de Latinoamérica comparten en mayor o menor medida los siguientes rasgos: insuficiente cobertura de la educación preescolar, elevado acceso al ciclo básico, y escasa capacidad de retención tanto en el nivel primario como en el secundario. Así, la repetición y el retraso escolar –fenómenos que con alta frecuencia anteceden a la deserción escolar– unidos a un bajo nivel de aprendizaje de los contenidos básicos de la enseñanza, conspiran contra el aprovechamiento del potencial de los niños y niñas desde temprana edad. Sus efectos negativos se acumulan a lo largo del ciclo escolar, incidiendo de manera muy desigual en las oportunidades de bienestar, sobre todo entre los sectores más pobres.
Tasa de deserción total (2008/2009)
El Sistema Educativo Nacional en su conjunto y cada escuela, como institución social del Estado mexicano, tienen la misión de llevar a cabo el derecho a la educación mediante la distribución social de conocimientos y saberes que han de ser pertinentes para los educandos, a la vez que relevantes para la sociedad en donde viven (Sánchez y
Andrade, 2009: 13).
El Programa Sectorial de Educación 2007-2012 (SEP, 2007) ha planteado como primer objetivo abatir la deserción escolar en educación básica y media superior, elevando la calidad de la educación y enfocándola principalmente hacia los alumnos que se encuentran en riesgo de deserción. El origen de esta última es multifactorial y puede variar entre los niveles educativos. Mientras que en primaria la deserción puede deberse a motivos familiares (falta de acompañamiento de los padres, migración inter estatal, cambio en los tipos de servicio, etcétera), en la educación secundaria y en el nivel medio superior, el abandono podría estar motivado por condiciones sociales, como la inserción a la vida laboral o la falta de interés en los estudios (ENJUVE, 2005). Situación que se agrava en media superior.
Cualquiera que sea el motivo de la deserción escolar, ésta repercute seriamente en el desarrollo del individuo. Los jóvenes que abandonan sus estudios, temporal o permanentemente, se ven en desventaja con respecto a sus compañeros que continúan en la escuela: dejan de tener acceso formal —sistemático y organizado— a la cultura, la formación cívica, el conocimiento y a la oportunidad de aprender por aprender (INEE,
2010). Al no poseer las competencias que exige una sociedad del conocimiento, estos jóvenes se exponen, por ejemplo, a una inserción al mercado laboral con remuneraciones bajas, servicios de salud y de seguridad social de poca calidad, etcétera.
La tasa de deserción total en el nivel básico y en media superior estima cuántos alumnos de cada cien inscritos en el ciclo escolar 2008/2009 y que no concluyeron el nivel o tipo educativo no se inscribieron en el siguiente ciclo para continuar su educación. El indicador es una medida aproximada de la deserción escolar entre dos ciclos escolares consecutivos. Una estimación más precisa se podrá obtener, en un futuro, de los datos individuales de los alumnos contenidos en el Registro Nacional de Alumnos.
En la tabla AT02d-1, se observa que la tasa de deserción en primaria a nivel nacional es de 1.0%; las mujeres presentan una deserción de 0.8% y los hombres de 1.2%. Estos porcentajes de deserción equivalen a 149 028 estudiantes matriculados en el ciclo escolar 2008/2009 que no concluyeron la primaria, —ya no se inscribieron en el ciclo 2009/2010 al mismo nivel educativo—; de éstos, 88 897 eran niños y 60 131 eran niñas.
Los sistemas educativos estatales que poseen las menores tasas de deserción en primaria son Sinaloa, Hidalgo y Querétaro 0.1, 0.2 y 0.3%, respectivamente. Por su parte, Baja California, Chiapas, Coahuila y Oaxaca poseen los mayores porcentajes de abandono con 2.0, 2.0, 2.4 y 2.7%, respectivamente.
Colima, Morelos y Nayarit muestran tasas de deserción negativas; atribuibles a la presencia de alumnos de otras cohortes causada por reinserciones, migraciones interestatales, entre sectores de financiamiento y/o tipos de servicio. El estimado de alumnos que desertan (numerador del indicador) para todas estas entidades es negativo (tabla AT02d-A4 del anexo electrónico)
En secundaria, la tasa de deserción a nivel nacional es de 6.4%, en donde las mujeres presentan una tasa de 5.2% y los hombres de 7.6%. Lo anterior se traduce en 394 785 jóvenes que se matricularon en secundaria en el ciclo 2008/2009, pero no la terminaron en ese ciclo y no se inscribieron al ciclo siguiente. De estos 236 600 eran hombres y 158 185 eran mujeres. Hidalgo y Nuevo León son los estados con menor número de desertores, 4.0 y 5.1% respectivamente; mientras que Guerrero (9.6%) y Michoacán (11.2%) poseen los mayores porcentajes de abandono.
En educación media superior, a nivel nacional, 15.9% de los adolescentes abandonan sus estudios; las mujeres representan un porcentaje de 14.1% y los hombres de 17.7%. En este nivel, desertaron 622 830 jóvenes, 336 543 eran hombres y 286 287 eran mujeres.
Las entidades con el menor número de alumnos desertores son Tamaulipas (11.3%) y Puebla (11.6%); por su parte, Quintana Roo (22.6%) y Nuevo León (22.4%) son los estados con los mayores porcentajes de deserción.







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